Fernando Arrabal Foto :LIS
«Sólo escucho lo que no oigo»
Los dos libros incomparables de Fernando Arrabal
EL MUNDO a 4 de julio de 2007, por Quico Alsedo
FERNANDO ARRABAL / Dramaturgo El maestro del teatro pánico, el autor más representados del mundo, mpublica un extraordinario DICCIONARIO PANICO (Libros del Innombrable) y una novela apasionante («COMO UN PARAISO DE LOCOS », Ed . Bruguera)… y repasa su rico imaginario en una patafísica entrevista MADRID.- El sátrapa Fernando Arrabal ya tiene sagradas escrituras. Se titula Diccionario pánico, pero no le entre el ídem (en demasía) al lector: la laberíntica anarquía arrabalesca viene, esta vez, ordenada alfabéticamente.
Desde Abandono («Final de partida, según Beckett») a Volar («Vuelo con la lengua»), se contienen aquí 40 años y 400 páginas de arquitectura lingüística y ajedrez verbal del maestro patafísico, que le sonríe retador al lector, con gafas de psicodélicos colores y cara de duende gamberro, desde la misma portada del voluminoso volumen.
Se trata en fin de una reedición ampliada del alucinado universo de Fernando Arrabal, quien entiende la literatura como ciencia y que ha enriquecido el diccionario con 50 páginas de propina repletas de sus Jaculatorias y eyaculaciones. Un libro que es, en definitiva, una versión maximizada y más profunda de las anarcopáginas que Arrabal publica cada domingo en este mismo diario.
Pero, ¿qué fue antes? ¿El huevo o la gallina? ¿Creo Arrabal su diccionario, o fue al revés?
- Soy su preso. A esta pregunta capital Borges respondió con un soneto que concluye así: «Dios mueve al jugador y éste, la pieza. ¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza, de polvo y tiempo y sueño y agonía?».
Además, Arrabal está de doble estreno, porque Burguera publica en estos días su novela Como un paraíso de locos, una suerte de memoria de su generación protagonizada por un niño superdotado (como fue Arrabal), que termina en personal elogio de la locura
Me puse en contacto con el autor para una entrevista que fue, no podía ser de otra manera, patafísica (que no absurda). Aquí se transcriben alguno de sus pasajes:
Pregunta.- ¿Debe sentir el lector pánico al enfrentarse a la lectura de este diccionario?
Respuesta.- Como a Wittgenstein hasta el artículo de su muerte o al Creador desde el vehículo del tohu bohu (alias big bang), al hombre pánico la confusión tanto le arrebata con arrobo (incluso en el arrabal), que no le crea obligaciones. O si se las crea, son tan divertidas que pasan inadvertidas. Sucede que el cíclope ciego se distingue mal del tuerto.
P.- ¿Cuánto tiempo le ha llevado a Fernando Arrabal la confección de este diccionario?
R.- Ni siquiera he corregido galeradas. Como galeote, este trajín, tajo y paliza los asumió el poeta Herrero [Raúl Herrero, el editor] desde su galera y galería. Creo que con él podría jurar que nací normal. Y yo tampoco.
P.- ¿Cuanto hay de diario y cuánto de memoria?
R.- No mucho: todo.
P.- ¿Cuánto, por ejemplo, de alegato político?
R.- Nada. Como la política me despista o me aburre, no consigo interesarme a sus pistas y pestes en el día a día. Por eso me sorprendió la acogida de mi Carta a Franco en vida del dictador. Pero más aún la de mi defensa de la desamortización en mi Carta al Rey. Parece ser que tirios y troyanos llevan a cabo esta privatización con el aplauso y triunfo de la Bolsa: catedral e iglú que celebra el milagro de hacer del dinero dinero. Las poluciones nocturnas del nuevo rico al despertarse, ¿son cubitos de hielo entre las sábanas?
P.- ¿A qué entrada le tiene más cariño Fernando Arrabal?
R.- A los dibujos que hice de las letras del abecedario [cada letra se inicia con una pintura realizada por él]. No olvido que no sólo soy un ajedrecista frustrado, sino un pintor fracasado. Sólo escucho lo que no oigo.
P.- ¿Qué entrada cree que debería estar en el diccionario de la Real Academia?
R.- No parece que se puedan establecer vasos comunicantes (con visos de comunión) entre ambos sin que perdamos nuestras identidades al alimón. Que un camello pase por el ojo de una aguja es menos infrecuente que encontrar al camellero que trató de hacerlo.
P.- ¿Qué parte del diccionario es pánica y cuál patafísica?
R.- El hombre pánico, e incluso su pene, observa con pena el eterno triunfo de la confusión. En el Colegio de Patafisica se define el omnipresente universo de las excepciones. El filistino busca un espejo que le cambie su conformista faz por una cara patafísica. Que sólo puede ser dura.
P.- ¿De qué idioma (de los conocidos) está cerca el arrabalesco?
R.- La comparación de idiomas quizás sea más trascendente que la literatura comparada que eligió enseñar (hasta el ensañamiento) Vladimir Nabokov. Probablemente únicamente con la glosolalia y su don de lenguas alcanzaríamos la gloriosa y pánica (pan=todo) omnisciencia que el creyente atribuye al Espíritu Santo. Por cierto, como el terrorista suele aprender tarde su lengua vernácula, para que comprendan sus jefes que tienen que hablarle con mucho acento.