samedi

OPINIONES ESPONTANEAS

http://ivanhumanes.blogspot.com "Acudía preparado el cinco de diciembre a la conferencia La mujer y la iniciación, a cargo de Antoni Guri y Mireia Valls, en Alibri Llibreria (la antigua librería Herder, c/Balmes 26, en Barcelona) y donde además se presentaba el libro Mujeres Herméticas. Voces de la Sabiduría en Occidente, escrito por la ponente, cuando me advirtió una joven librera, tras esperar unos minutos en el espacio donde se dan esos actos, que no era el cinco, sino el doce de diciembre el día de la presentación. Había confundido fechas. Lo acepté con resignación. Y como nada se escapa a la casualidad, cayó en mis manos Como un paraíso de locos, de Fernando Arrabal, de la que tenía pendiente y anotada la lectura. Por la misma dicha, me encuentro en esa nueva (¡y dichosa novela!) con un capítulo tan gráfico y palpable, que temo estar afectado por el "síndrome de Rubik" desde entonces, y despertar una mañana desordenado:
-
Un día (antes de que llegaran Infinito y Cero a la Inclusa), al mirarme en el espejo observé que se me caían tres trozos de cabeza como si fueran tres pequeños adoquines. Con cuidado logré colocármelos de nuevo.
Al día siguiente se me cayeron siete trozos. En efecto, parecían diminutos adoquines. Los volví a colocar teniendo cuidado con no cambiarlos de sitio.
A partir de entonces todas las mañanas se me caían trozos de cabeza e incluso de la cara. Había mañanas en que se me desmoronaba media cabeza. Tenía que pasarme horas enteras dentro de la cama sin que nadie me viera hasta lograr colocarlos de nuevo.
Un día sorprendí a dos maestros que, a mi espalda, comentaban:
"Está cada día más raro, ahora le ha entrado la manía de no mover la cabeza en absoluto y de esconderse horars y horas bajo las sábanas".
-
Extraído de Como un paraíso de locos (Bruguera) de Fernando Arrabal
______________________________________
Esta misma tarde he terminado su libro y respondo a su llamamiento de la ùltima pàgina. Hace años que sigo de cerca sus andanzas,considero que nuestro pequeño mundo necesita hoy (màs que nunca) personajes como usted. Es por èso que le doy sinceramente las GRACIAS.Su Paraìso de Locos es,como usted dice,un libro realmente hermoso.Es tàn fàcil de comprender y tan entretenido... Debo decirle que me he sentido muy identificada con algunos (bastantes) pasajes de su vida,en especial de su infancia.Los relatos de sus dìas en la Inclusa son para mì un respaldo de comprensiòn.Cero e Infinito me han acompañado (en cierta medida) en mis 19 años de vida.GRACIAS por navegar en su infancia de una manera profunda e ìntima,sin avergonzarse de nada (no hay motivo para èllo...). Ser diferente es complejo a veces,pero estas maravillas de la mente lo convierten en una experiencia enriquecedora y jugosa.He pasado muy buenos momentos con su libro,muchìsimas gracias...Un saludo desde Asturias (España):
aguedafq@hotmail.com
___________________________________________________________

Leído de un sentadón su metaforico vagar por el paraiso de los locos y aprovechando su invitación a que escriban los lectores, escribo.
1. ¡Genial! aunque ya lo sabe.
2. Me consta que el universo nacio como los dioses: del miedo a estar solo.
3. Del cero al infinito está la nada y no es una paradoja.
4. O, abstracción. Infinito, abstracción, nada, abstracción: el todo del vacío.
O : el vacio interior rodeado del infinito circular.
Es un mensaje alquimico que esperaba para que lo encontrara en el laberinto de los locos y lo revelara
Gracias,angel alonso. el oso.
_______________________________________________________________________________
Objet : Como en un paraíso de locos
Veo al General Petraeus. Con ese toque griego; del nombre y la lucha, del desierto y la primera luz de la victoria, del latinazo que falta en lo mediocre para convertirlo en fuerza pánica en su infinito controlada –todo lo que sube baja, y además te deja muy cansado-. Y es que su último libro, Sr. Arrabal, digiera la actualidad. Es usted el protagonista en portada del mundo mundial. De la senectud más sabia de un niño que ha vivido como un viejo -¿o es al revés?. Bueno, creo que la vida no es un paso ordenado de la niñez a la adolescencia, y de ésta a la antesala de la vejez, sino que alternamos momentos desordenados en el paraíso de la locura. Es alguien diferente, algo diferente frente a gente diferente; un tarado, claro. La diferencia está en el plural, lo singular no existe pero acierta, siempre acierta en su libertad. ¿Quién se empeña en recluir juntos a los locos?. Los envidiosos, los editores de oro y ogros, los carismáticos del balón o la política; a la sazón, los más locos. Seguro que con ello buscan debilitar su paraíso.
Tras la lectura de su libro, tengo un gramo más de felicidad en mi cuerpo. Hace tiempo que mi espíritu dejó de coger peso…. -¿o era al revés?-…
FCanoA@reparalia.es : mercredi 12 septembre 2007 19:11
_______________________________________________________________________

Soy un joven valenciano de 17 años que acaba de terminar de leer su última novela. No he podido vencer el impulso de transmitirle mi más profunda gratitud por haberme hecho disfrutar. No sé si habré comprendido bien su libro. Supongo que habré captado lo que haya podido captar. De todas formas, es lo que menos me importa, pues pienso que siempre se queda algo, y además, en el caso de su novela -y en el caso de "la insoportable levedad del ser" de su genial amigo Milan Kundera- más que comprender el sentido de sus metáforas gozo de sentir la belleza que muestra en sus palabras: cada vez que en su libro dice la palabra "bonito" con tal inocencia la claridad invadía mi "espíritu" y me estremecía. Con admiración y afecto,
jfc_89@hotmail.com
___________________________________________________

miguel A cáliz Leo Como un paraíso de locos, despacio, y me dejo enredar en todas esas preguntas que dicta. ¿Se puede escapar del Paraíso? ¿Creemos aún en la culpa que tantas fuerzas nos ha dado desde que espíabamos nuestra propia sombra?

Excelente su apreciación sobre el valor máximo del cero. Hasta la presente el infinito no es más una convención entre los hombres. El cero en cambio es tangible, tan material como todo ese despilfarro de nuestra civilización que sumado en su totalidad vale precisamente eso: nada.
________________________________________________________________
Ópera paradisíaca
Federico Utrera

Llevo siguiendo las genialidades y generosidades de Fernando Arrabal -las más- y sus arbitrariedades y egotismos -los menos- desde hace varios años, como él quizás haya padecido mis inoportunas presencias -las más- para haber gozado sólo de mis singularidades -las menos-. Porque en "Como un paraíso de locos" (Ed. Bruguera), el último libro del dramaturgo vivo más representado en el mundo, Arrabal confiesa que desea ser "como los demás". Ya Ionesco deja escrito en sus diarios que ahora no estamos en el paraíso y sólo se puede aspirar a soportar lo insoportable, situación molesta porque es el paraíso lo que él quería volver a hallar: "¿como se puede vivir de otra manera que no sea edénicamente? Vivir de otra manera no es admisible". Así sobrevive Arrabal, inventándose un paraíso de locos, quizás demasiado cuerdos, situándose en lo que Ionesco llamaba "estar fuera del escenario" al proclamar que el individualismo no existe: sólo es una manera de expresar a los demás a través de uno mismo, de buscar la propia originalidad, hasta en el olfato. Arrabal no sabe porqué recuerda el olor de los dedos de su maestra en la infancia. En "La memoria de los olores", publicado por el Instituto Médico Howard Hughes, John Kauer, neurocientíco que lleva investigándolos cuatro décadas, pronostica que dentro de 10 ó 20 años sabremos cómo pasa la memoria de las neuronas olfatorias (que mueren a los 60 días) a nuestro cerebro. Porque el día que descubramos esos mecanismos y aumentemos su capacidad, el comportamiento del ser humano cambiará... y no necesariamente sólo para mejor.

Mientras tanto, en esa amplia indeterminación, confusión y ambiguedad se mueve el universo espacial y humano de Arrabal, como en el "dibujo de Boeing" o como en el "Rostro paranoico" (la postal transformada en Picasso), que Dalí restauró para convertir un tarjetón que el malagueño envió al de Cadaqués en 1931 (cuando admiraba el "Arte Negro"), en un retrato paranoico-picassiano sorprendente. Si Dalí quería transformar el surrealismo en una religión sádica, masoquista, onírica y paranoica, con Augusto Comte como mesías y André Breton como predicador, el dramaturgo Arrabal ha convertido su llamada "novela" en un libreto de ópera, con el Cero, el Infinito, su desdichada hija Lilibeth, la Señora, el General y él mismo como personajes principales. Ya Juan Goytisolo ha pasado el mismo trance con "El viaje a Simorgh", la adaptación que José María Sánchez-Verdú hizo de su novela "Las virtudes del pájaro solitario". Y es que es esa la verdadera equivocidad cervantina: ¿Cuántos dedos tenía "el manco de Lepanto"? unos responderían "cinco", sobre los diez de las manos, otros contarían los de los pies y hasta algun cachondo enumeraría el dedo eréctil como el número 21. Lo cierto es que al tullido no le arrebataron ninguno en Lepanto, aunque el mote lo reprodujera él mismo en forma de mordaz cantinela cuando un estudiante se sorprende de que el poeta "manco" tenga todos los dedos y todas las manos, y tan sólo padezca de una "estropeada". Eso lo aprendí, por cierto, en "Un esclavo llamado Cervantes", genuina obra arrabaliana, tan cercana al espíritu cervantino como denostada por el cervantismo oficial por una supuesta "falta de rigor".

Cuando Góngora escribe ante el célebre retrato que la hace Van der Hamen "quien más ve, quién más oye, menos dura", no hace sino anticiparse a la Señora de Arrabal al exclamar, ya sin risas: "Nosotros los inferiores, se lo digo sin jactancia alguna, somos infinitamente menos frágiles que los superiores (lanza en ristre y c. al aire)". Por eso la inteligencia, el talento y la bondad de Arrabal tienen un precio: "es usted un ser único. No dice nunca mentira alguna. A su lado me siento como si estuviera en las Islas Afortunadas, aquel paraíso terrenal de Píndaro". Yo tampoco miento pero discrepo de Arrabal y pienso en Erasmo, cuando situaba la locura como nacida "en las mismas Islas Afortunadas, en donde todo crece espontáneamente y sin cultivo". Claro está que esas islas eran imaginarias y la verdadera fortuna es que ese paraíso de los bienaventurados que los antiguos geógrafos situaban mas allá de las columnas de Hércules y que Plinio dibujaba en Canarias, era una esquina del planeta donde se juzgaba como estúpido que el principal timbre de nobleza fuese el lugar donde se ha dado el primer vagido. En el mundo de hoy, esa cualidad ya es más que suficiente para alcanzar el Edén donde todos los "yoes" parezcan semejantes (otra enseñanza arrabaliana: el "tu" como falacia del lenguaje y máscara del "yo").

Si yo he estudiado la poesía de Leopoldo María Panero para intentar descifrar el enigma de la locura, Fernando Arrabal lo hizo en la escuela con Friedrich (Federico) Hölderlin, al que LMP llama siempre por su pseudónimo: "Oh mano mía, mano de mi fantasma, mano de Scardanelli que tercamente escribe la historia al revés (a partir de mi vida acabada)...". De él se decía que ascendería al firmamento literario cuando Alemania pudiera soportar poetas de grandes ideas y breves palabras. Y eso ocurrió... un siglo más tarde, como sucederá con Arrabal o Panero. Para mí no son tan transcendentes sus fechas biográficas como la esencia de su disidencia: defendía que filosofía, política y poesía pueden ir unidas, pero apenas un par de incondicionales le siguieron. La sagrada locura de este poeta alemán también tenía sus matices: renunció a un cómodo empleo de bibliotecario proporcionado por un amigo cuando se dió cuenta de su esquizofrenia. ¬Muchos "cuerdos" no alcanzarían hoy tal sentido de la amistad y la responsabilidad¬. Cuando es recluido en el manicomio de la Universidad de Tubinga, el doctor Autenrieth dictamina que su demencia es benigna, por lo que confía su custodia al ebanista Zimmer, con el que pasa el resto de su vida ya como Scardanelli. Quizás Leopoldo María Panero y Fernando Arrabal reclamen también hoy su carpintero para poder crear y morir en paz.

Son muchas las evocaciones que me ha traído la lectura y relectura de este Paraíso de Locos arrabaliano, a veces desde la coincidencia, otras desde la discordancia, siempre desde el placer. Aún a riesgo de que me considere una hormiga "lasius flavus", una gaviota reidora o un macaco de cola cerduna, su "Perceval el galo" no es mi "Perceval el del indalo" y si el primero nace de las leyendas de la Bretaña, el mío tiene su origen en la filosofía del hombre que trabaja y que juega de Eugenio D´Ors, aunque ambos tengan la misma inspiración en el Weltgeist hegeliano. Bienvenido pues este paraíso de la locura, que antecede al "Diccionario Pánico" de Arrabal, la obra recopilada por Raúl Herrero (Libros del Innombrable), que ha rescatado así ensayos y poemas en prosa que de otra forma se hubieran perdido entre el polvo de las hemerotecas sin que -es triste decirlo y aún más reconocerlo- nadie hubiese levantado la voz en España por su ausencia.



_________________________________________________________________________________